martes, 7 de mayo de 2013

Victoria Kent







Nació en Málaga, en 1898, pertenece a ese grupo de mujeres universitarias españolas de los años veinte.

Vivió en Málaga hasta 1917, tras terminar sus estudios en la “Escuela Normal de  Maestras” en Andalucía  marchó a Madrid a estudiar el bachillerato en el instituto "Cardenal Cisneros", apoyada por su madre y por los contactos  de su padre. 
A su llegada a la capital se instala en la Residencia de Señoritas. En 1920 ingresa en la facultad de Derecho de la Universidad Central, donde cursa la carrera como alumna no oficial hasta su licenciatura en junio de 1924. 

Terminados sus estudios se siente más atraída por la docencia que por la abogacía, colaborando con María Maeztu en la elaboración de nuevos planes de enseñanzas secundaria del instituto-escuela de la Junta de Aplicación de Estudios e interviene activamente con la fundación Lyceum Club femenino.

Se colegia en enero de 1925, y aunque no tenía demasiado interés en ejercer la profesión ante los tribunales, no tardó en tener su primera intervención como abogada defensora. Se hizo famosa en 1930 defendiendo ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina a Álvaro de Albornoz, miembro del Comité Revolucionario Republicano, detenido y procesado junto con los que después formaron el Gobierno Provisional de la República. 
Fue la primera mujer en el mundo en intervenir ante un consejo de guerra, consiguiendo la absolución de su defendido.

Cuatro día más tarde de proclamarse la república,  le ofrecen el cargo de directora general de prisiones. La reforma penitenciaria que de inmediato lleva a cabo,  alcanzó perfiles inéditos en España y Europa, en el aspecto cultural y humano, al promover la inserción social de l@s pres@s. Los países nórdicos, siendo modelos en esta materia, tardarían veintitantos años en emprender semejantes medidas.

En las elecciones de 1931 presento su candidatura por el Partido Radical-Socialista siendo asignada para formar parte de la candidatura republicana a las Cortes de Madrid, resultando elegida diputada,  junto con Clara Campoamor,  en  las Cortes Constituyentes de 1932.

Sus intervenciones en el parlamento son escasas y, en especial, se la recuerda por su discurso contra el voto femenino en igualdad de condiciones que los hombres.  Enfrentándose en esa materia  a Clara Campoamor, la otra diputada, partidaria del sufragio igualitario entre hombres y mujeres.

Victoria  Kent, siguiendo la disciplina del partido, estaba convencida de que la mujer española carecía de la mínima preparación social y política, como para votar responsablemente. Y teniendo en cuenta la gran influencia de la iglesia,  sería  un voto conservador, en detrimento de los partidos de izquierda.

En 1933 se presentó a las elecciones, pero no sacó acta de diputada, por lo que se dedicó con más intensidad a sus funciones como Directora General de Prisiones, que deja al año siguiente.

En 1936 vuelve al Parlamente como diputada del Frente Popular, pero al estallar la Guerra Civil marcha al frente de Guadarrama, donde estuvo encargada de suministrar alimentos al ejercito republicano. Siguió al gobierno en su éxodo tanto en Valencia como en Barcelona, siendo su mayor preocupación l@s niñ@s.  Es por ello que se le otorga la dirección del asentamiento de l@s niñ@s de familias republicanas del  Norte de Francia, con el cargo de Primer Secretaria de Embajada Republicana en París


Permaneció en Francia hasta el final de la guerra, a cuyo término colaboró en la salida de los refugiad@s españoles/as hacia América. 

Sin embargo, no pudo seguir el mismo camino y fue sorprendida por la invasión nazi. Al ser ocupada París por los Alemanes el 14 de junio de 1940, Victoria Kent se refugió en la embajada mexicana, donde permaneció refugiada durante un año, al estar su nombre en la lista negra entregada por la policía de la dictadura militar franquista al gobierno colaboracionista de Vichy,  la Cruz Roja le proporcionó un apartamento cerca del Bois de Boulogne, donde vivió hasta la liberación con una identidad falsa: la de Madame Duval.
 En este tiempo en la capital francesa escribió Cuatro años en París, novela autobiográfica narrada en tercera persona cuyo protagonista, Plácido, es un alter ego de la autora.

En 1948 vuelve a México donde se dedica a dar de clases  de derecho penal en la universidad, fundando la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, de la que fue directora durante dos años. Llamada por la ONU, en 1949 viajó a Nueva York para colaborar en la Sección de Defensa Social, con el encargo de estudiar el lamentable estado de las cárceles de Iberoamérica, cargo que abandonó poco después por ser excesivamente burocrático. 

En Nueva York fundó y dirigió la revista Ibérica desde 1954 a 1974, en la que publicaba las noticias llegadas desde España para l@s exiliad@s republican@s en Estados Unidos. 

Aunque volvió a España en 1977, tras cerca de cuarenta años de exilio, volvió a Nueva York, donde pasó el resto de sus días, hasta su muerte en 1987.

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