
miércoles, 28 de agosto de 2013
Volvemos en Septiembre...
Muchas gracias a todas las personas que este año han participado de una manera u otra en nuestras actividades en el Centro Cívico Blas Infante.
Aunque el blog este poco activo no significado que nosotras lo estemos, hemos aprovechado este inactividad que deja las vacaciones para preparar los talleres que nos espera a partir de septiembre en el mismo lugar de siempre: Centro Cívico Blas Infante.
Nos vemos en septiembre con nuevas actividades que esperamos que sea del agradado de todas las personas que asistan.
Disfrutad del verano.
Asociación de Mujeres Gaia.
jueves, 18 de julio de 2013
Rememorando.
REMEMORANDO. Isabel Bermejo
Me desperté con ese aroma a café con el que mi madre solía darme los buenos días. ¡Hacía tanto tiempo que no me lo preparaba! Supuse que aquello no era más que un momento de lucidez en su particular cruzada contra el olvido…
Ganadora del concurso de relatos, organizado por Ça alors!
miércoles, 10 de julio de 2013
Dolores Ibárruri Gómez "LA PASIONARIA"
Dolores Ibárruri Gómez, nació en la población vizcaína de Gallarta el 9
de Diciembre de 1895. Nacida en una familia minera conservadora. Su padre, Antonio Ibárruri, era
un obrero con ideología carlista. Su madre, Juliana Gómez Pardo, procedía
de Castilruiz, en la provincia de Soria.
En 1910 se ve obligada por las condiciones
económicas a abandonar los estudios; había superado ya el curso preparatorio
para ingresar en la Escuela Normal de Maestras y realizar estudios de magisterio,
comenzando a trabajar de costurera y sirvienta.
Como ella mismo dice:
“¿Quién podría costearme los viajes, los
libros, la comida, la matrícula? .../... preparaba para servir como criada o
casarme y convertirme en la mujer de un minero, la larga historia de mi familia”
16 de febrero de 1916 se casa con un minero socialista llamado Julián
Ruiz Gabiña y se traslada a Somorrostro.
El matrimonio duro 17 años.
Dolores Ibárruri Gómez destacó como dirigente política en la Segunda
República Española y en la Guerra Civil. Histórica dirigente del Partido
Comunista de España, a su lucha política unió la lucha por los derechos de las
mujeres para demostrar que "las mujeres, fuesen de la condición que
fuesen, eran seres libres para elegir su destino."
Aficionada a la lectura y aprovechando la condición de líder
minero socialista de su marido comenzó a adquirir conocimientos de marxismo que
cuestionaron su educación tradicionalista y católica. Asumió la doctrina
marxista como una herramienta ideológica idónea para luchar a favor de la
"liberación de la clase obrera".
Desde que pasó a
la acción con motivo de la
huelga general revolucionaria de 1917, Dolores Ibárruri fue adquiriendo
prestigio como oradora y articulista política, a pesar de que había
interrumpido muy pronto su formación escolar para ponerse a trabajar como
sirvienta.
En 1918,
utilizó por primera vez el seudónimo Pasionaria para un
artículo publicado en la prensa obrera y titulado El Minero Vizcaíno.
Impresionada por el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia,
Dolores Ibárruri participó junto con la agrupación socialista de Somorrostro,
de la que era miembro, en la escisión del PSOE que dio lugar al nacimiento del
Partido Comunista de España (PCE) en 1920, llegando a formar parte de su Comité
Central en 1930; en 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del
periódico del Partido,Mundo Obrero.
Su activismo de luchadora incansable le llevó a la cárcel por dos
veces en 1931-33, debido a sus fuertes y punzantes discursos y a su activa
militancia en las manifestaciones comunistas.
En 1933 fue
presidenta de la recién fundada Unión de Mujeres Antifascistas.
En las elecciones de febrero de 1936 fue
elegida diputada por Asturias.
Figura relevante durante la Guerra Civil, fue elegida vicepresidenta de
las Cortes republicanas en 1937. Durante este período se convirtió en un
mito para una parte de España, siendo famosa por sus arengas en favor de
la causa republicana. Suyo fue el lema «¡No pasarán!», acuñado durante
la defensa de Madrid.
Tras la derrota militar se exilió en la Unión Soviética (1939-77),
continuando su labor como representante de España en la Internacional Comunista.
En su etapa de exilio, tras el
fallecimiento del Secretario General del PCE José Díaz Ramos, Pasionaria
fue escogida en su sustitución Secretaria
General del PCE en 1942.
Ejerció como máxima autoridad entre los miembros del PCE exiliados en la URSS.
En 1960 presentó su dimisión, para pasar a
ocupar el cargo de Presidenta del PCE. La sustituyó en sus funciones Santiago
Carrillo.
Dolores Ibárruri regresó a España tras la muerte de Franco
y la transición a la democracia, resultando elegida de nuevo diputada por
Asturias (1977). Incluso entonces permaneció aferrada a los viejos ideales del
comunismo prosoviético, que apenas tenían ya eco ni en la sociedad española ni
en el PCE; aquejada por problemas de salud, abandonó pronto su escaño y se
retiró de la política activa.
Murió en Madrid en 1989 y fue enterrada en el recinto civil
del Cementerio de La Almudena. En 1962 había publicado sus
memorias: El único camino. En junio de 2005 se celebró el
XVII Congreso del PCE, donde Dolores Ibárruri fue elegida "Presidenta
Honor a Perpetuidad".
domingo, 30 de junio de 2013
Artículo: Micromachismos nuestros de cada día
Sonia
Herrera. La dominación masculina tiene su origen en los modelos patriarcales que
promueven la subordinación de las mujeres. En consecuencia, la misoginia y el
machismo adoptan múltiples caras y máscaras, pero son precisamente las formas
encubiertas de discriminación contra las mujeres las que legitiman y perpetúan
los actos de violencia más cruentos y la desigualdad de género más arraigada.
Algunos autores y autoras que han estudiado estas prácticas, las han
denominado de un modo a mi juicio demasiado indulgente como “violencia blanda”,
“suave”, pequeñas tiranías o, en el mejor de los casos, terrorismo íntimo, pero
desde 1991, el término “micromachismos”, acuñado por Luis Bonino, se ha ido
popularizando progresivamente. Para el autor éstos son “pequeños, casi
imperceptibles controles y abusos de poder cuasinormalizados que los varones
ejecutan permanentemente. Son hábiles artes de dominio, maniobras y estrategias
que, sin ser muy notables, restringen y violentan insidiosa y
reiteradamente el poder personal, la autonomía y el equilibrio psíquico
de las mujeres, atentando además contra la democratización de las relaciones.
Dada su invisibilidad se ejercen generalmente con total impunidad” (Bonino,
2004: 3).
El uso sexista del lenguaje, las bromas y chistes de contenido sexual
referidos a las mujeres, la defensa de los celos como parte inherente del amor,
el control sobre la pareja (horarios, actividades, relaciones sociales,
citas…), la falta de responsabilidad sobre las tareas de cuidados o el trabajo doméstico, los silencios desdeñosos utilizados como forma de
manipulación, la intimidación, los comentarios ofensivos, la desautorización y
la desvalorización, el chantaje emocional, el control económico, el
paternalismo… (Bonino, 2005: 98-100). La lista de ardides micromachistas es
interminable.
Prácticas
sutiles pero tremendamente efectivas
Algunas de estas prácticas son tan sutiles que habitualmente pasan
inadvertidas y cuando se denuncian son tildadas de exageraciones o se les resta
importancia. Mientras tanto sus efectos repercuten en la salud mental de la mujer,
minando su autoestima y desproveyéndola de energía y seguridad en sí misma.
Estas actitudes se convierten en una violencia invisible o, más
bien, invisibilizada, basada en evidentes desequilibrios de poder que reflejan
la vigencia del androcentrismo en nuestras sociedades. Es justamente
su carácter micro e implícito el que hace de los micromachismos comportamientos
de dominación masculina menos perceptibles y, por desgracia, más normalizados
dentro de una sociedad patriarcal. Por ende, el principal problema de este
ejercicio de poder reside en la falta de conciencia y la dificultad para
reconocer y denunciar dichos actos.
La mayor parte de estas actitudes se sustentan en añejos estereotipos y género y en los roles tradicionales que
les han sido asignados a hombres y mujeres a lo largo de la historia. Aunque en
muchos países se considera ya políticamente incorrecto afirmar en voz alta que
el hombre es superior a la mujer, los abusos se siguen sucediendo y la violencia machista sigue
siendo justificada mediante mañas y maniobras que aún pasando desapercibidas
son tremendamente efectivas.
Como se apuntaba anteriormente, la ilusión de la igualdad alcanzada, principalmente en las
denominadas sociedades democráticas, ha creado una especie de perverso y tupido
velo alrededor de este machismo cotidiano y ha cargado sus tintas contra el
feminismo y la lucha por la igualdad de género, calificando su denuncia de
innecesaria y excesiva.
Cimentando
nuevas masculinidades
Sin lugar a dudas la educación es la base para acabar con esas conductas
que habitualmente se justifican y se invisibilizan, así como la herramienta
para deconstruir los erróneos mandatos de masculinidad que
se inculcan a los varones desde la infancia. Afortunadamente, las buenas
prácticas van in crescendo y redes de
hombres como la española AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de
Género) o la Red Iberoamericana de Masculinidades, trabajan día a día por
cimentar nuevas masculinidades que redibujen los roles de género y que
permitan tanto a hombres como a mujeres liberarse del peso de los preceptos del
patriarcado y de sus secuelas.
Asimismo el empoderamiento, la concienciación y la formación de las mujeres
son esenciales para detectar esos machismos etéreos y sinuosos, difíciles de
describir, pero no por ellos menos dañinos que la violencia directa. Es
imprescindible un cambio estructural y transversal en la sociedad que alcance
todos los ámbitos de la cultura, la política, la economía, etc. y que suponga,
tal como explica Purificación Mayobre Rodríguez, una “alternativa liberadora frente al patriarcado, una invitación
a desdeñar los cánones y convenciones excluyentes y a apostar por una forma de
pensar diferente”.
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